miércoles, 26 de junio de 2013

Reivindican el papel de la agricultura familiar campesina y de las semillas nativas de maíz

BOLETIN INFORMATIVO

A los pueblos, comunidades y organizaciones indígenas y campesinas.
A la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País.
A la Red en Defensa del Maíz Nativo.
A los activistas del movimiento anti transgénicos.
A los centros de estudio e investigación en desarrollo rural y agricultura.

A los medios de comunicación.
A las autoridades de instituciones municipales, estatales y federales.

El día de ayer 25 de junio del 2013, una parte de las mujeres y hombres campesinos que constituyen la Red Maíz Criollo, también conocida como Red de productores de semillas criollas de Chiapas, sembraron 30 variedades de maíz nativo en una parcela demostrativa ubicada en el Centro de capacitación Porfirio Encino “La Albarrada”, de esta ciudad.

Con este acto, los productores, provenientes de 10 comunidades de Tenejapa, Larráinzar, Zinacantán, San Cristóbal de Las Casas y Chamula, reivindicaron que la base de la agricultura sigue en manos campesinas. Algunas variedades de maíz tenían más de 30 años bajo custodia de las familias campesinas y fueron donadas para esta parcela. La cosecha se espera para el mes de noviembre o diciembre y lo celebraremos con una feria campesina en la que los productores tengan acceso a las semillas nativas para reproducirlas en sus parcelas.

Desde hace diez años iniciamos este proceso que conocemos como “Fitomejoramiento participativo”, una tecnología que nos enseñaron técnicos del Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas de Cuba (INCA) para mejorar las semillas nativas y reducir la dependencia de semillas comerciales, técnicos fitomejoradores o extensionistas, créditos y otro tipo de programas. Hoy los campesinos se reconocen como fitomejoradores de semillas nativas de la milpa y se organizan en Comités de Maíz por comunidad y municipio.

Desgraciadamente las instituciones no han reconocido el trabajo de selección y mejoramiento de semillas nativas que cada año hacen los campesinos con el apoyo de sus familias, y que es la base para su seguridad alimentaria y la reproducción de la cultura del maíz. En México, sigue pendiente el reconocimiento jurídico de la agricultura familiar campesina y las autoridades amenazan con liberar permisos de siembra de maíz transgénico en etapa comercial.

La población informada sabe que México no necesita maíz transgénico, lo que necesitamos es que el gobierno reconozca que los campesinos tradicionales son los actores clave para la reproducción de las semillas para la agricultura y la alimentación.
Nos sumamos a las campañas que exigen el reconocimiento de todo México como centro de origen y diversificación del maíz criollo, nativo o autóctono, exigimos que se cancelen todos los permisos de siembra piloto, experimental o comercial de maíz transgénico, y que se reconozca el papel estratégico de la agricultura familiar campesina.

Proponemos que los programas de gobierno se concentren en proyectos de capacitación en fitomejoramiento participativo de semillas nativas, producción agroecológica, mejoramiento de suelos, riego, inversión productiva y otras técnicas que han demostrado su efectividad en el tiempo y que demandan los pueblos y comunidades campesinas para recuperar la seguridad y soberanía alimentaria.

Con nuestra parcela demostrativa reivindicamos la memoria de nuestros antepasados, recordamos a nuestro compañero Juan Enrique Velasco Ortíz, “El Chacanac” fallecido en 2012 y llamamos nuevamente la atención de las autoridades e instituciones de desarrollo rural, los extensionistas y los responsables de la Cruzada nacional contra el Hambre, para que miren a los campesinos como gente de conocimiento, de sabiduría, guardianes de las semillas nativas, y no sólo como beneficiarios pasivos de las políticas y programas asistencialistas.

Por el reconocimiento de las mujeres y hombres de maíz.

Arturo Farrera González
Emanuel Gómez Martínez

Comisión de Enlace y comunicación de la Red Maíz Criollo Chiapas

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, a 25 de junio de 2013

Jornada mundial contra Monsanto y el maíz transgénico en Chiapas


San Cristóbal de las Casas, 25 de mayo de 2013

Todo el territorio de México es centro de origen y diversidad del maíz, con una riqueza calculada en más de 59 razas de maíz criollo, nativo o autóctono. En Chiapas hay presencia de 12 de estas razas presentes en la milpa chiapaneca.

Hacemos nuestro el reconocimiento de la UNESCO de la comida mexicana como patrimonio cultural de la humanidad, y la inclusión del maíz criollo y del sistema milpa de Chiapas en la lista del patrimonio cultural inmaterial de México.

Conscientes de que el maíz sembrado en el sistema milpa es el centro de la economía, la alimentación y las estrategias de control territorial de 300 mil familias campesinas chiapanecas, por lo que es el principal sustento de más de 1.5 millones de personas.

Estamos preocupados por las políticas nacionales como la Cruzada Nacional contra el Hambre cuyos enfoques no están orientados hacia la soberanía agroalimentaria y ecológica con apoyo a la producción, sino que se proponen distribuir productos alimenticios industrializados y esquemas que mantienen la población en dependencia de alimentos poco saludables y culturalmente no adecuados.

Nos sentimos sometidos ante una agricultura industrializada, monopolizada y poco sustentable impulsada por el gobierno mexicano y favorecida por empresas como Monsanto, que inundan con sus productos forzando a las familias mexicanas urbanas a conseguir alimentos de mala calidad y fomentan la eliminación de la producción de alimentos en las familias rurales. 

Estamos informados y al tanto de los reportes de organizaciones no gubernamentales, de los avances tecnológicos y de los resolutivos jurídicos en donde Monsanto y otras empresas transnacionales de la biotecnología apoyadas por el Departamento de Estado de EUA buscan controlar el comercio mundial de semillas y agroquímicos, e imponer derechos de patente a organismos desarrollados milenariamente por campesinos a través de la inserción de un transgen.

Tomando en cuenta las investigaciones científicas que han demostrado que el maíz transgénico Bt y los herbicidas de Monsanto pueden conducir a problemas graves de salud, como el desarrollo de tumores cancerígenos, infertilidad y defectos congénitos. 

Alarmados por las solicitudes que cada año presenta Monsanto a la SAGARPA para la liberación comercial de maíz transgénico, cuya última solicitud de “Análisis de Riesgo” abarca cerca de 12 millones de hectáreas en el norte de México: Coahuila, Durango y Chihuahua.

Consternados por la pérdida de opciones alimentarias sanas y diversas en los mercados locales de San Cristóbal de las Casas, de Chiapas y del país en general, completamente dominados por productos hortícolas provenientes de semillas de empresas biotecnológicas principalmente de la empresa SEMINIS (propiedad de Monsanto asentada en Chiapas). 

Apoyando a los apicultores de Chiapas y la Península de Yucatán, que exigen la cancelación de la siembra comercial de soya transgénica autorizada en más de 250 mil hectáreas, por el riesgo real de que las abejas colecten polen de soya transgénica y éste sea llevado las colmenas de miel orgánica. 

Estamos conscientes de que las demandas que dirige Monsanto contra campesinos cuyos cultivos han sido contaminados con transgenes patentados,  son completamente injustas, ya que los cultivos podrían presentar dichos transgenes debido a la polinización cruzada, tal como se demostró en estudios científicos en 2001 en Oaxaca y se confirmó en 2009 en tres estados más: Guanajuato, Veracruz y Yucatán.

DECLARAMOS:

Nuestro rechazo a la agricultura con cultivos transgénicos propuesta por la empresa Monsanto, y a sus prácticas totalmente fuera de ética en cuanto a que violentan los derechos bioculturales de los y las campesinas y los derechos de la fauna y flora en México y en el mundo. 

Nuestro apoyo a la agricultura familiar campesina y a la agricultura tradicional, así como a la producción sana y cercana con semillas nativas de maíz, frijol y propias de la hortaliza milpera (chile, jitomate y cebolla) y sin uso de herbicidas y otros insumos agroquímicos altamente dañinos a la salud. 

EXIGIMOS:

Al gobierno federal, particularmente la SAGARPA y la SEMARNAT, para que se reinstale y se mantenga la moratoria a todo tipo de importación de maíces provenientes de otros países y que se rechacen las solicitudes de liberación comercial, piloto y experimental de maíz transgénico. 

Que organizaciones independientes determinen el grado de contaminación por transgenes en las razas de maíz en todo el país y que, todo el territorio de México sea reconocido oficialmente como centro de origen y diversificación del maíz. 

El rechazo total a la “propiedad intelectual” sobre semillas nativas especialmente las de cultivos alimentarios, y que se respete el derecho de los campesinos de conservar, reproducir e intercambiar sus semillas y el fomento a programas que apoyen la agroecología, generalmente omitidos de las políticas estatales porque no generar ganancias a las industrias agroalimentarias. 

Que se implementen políticas internacionales de protección de la biodiversidad con los países vecinos que conforman Mesoamérica y que se instrumente un programa de etiquetado de todos aquellos alimentos que contengan ingredientes transgénicos. 

Una mayor participación de las instituciones de apoyo, capacitación y producción agrícola, así como esquemas de evaluación y fortalecimiento participativos provenientes de una ciencia agronómica y biológica que respete las costumbres y cultura campesina de la población  chiapaneca.


PROPONEMOS
La enseñanza y popularización de la agroecología en los ámbitos urbanos y rurales para el núcleo familiar creando una economía orgánica y de bien común que se reduzca hasta erradicar la distribución y uso de herbicidas y otros insumos agroquímicos, empezando por el glifosato, que han demostrado su alta toxicidad para la salud humana y el medio ambiente.

Que las experiencias de agricultura familiar campesina y agroecológica sean la base de una nueva política de desarrollo rural en la que exista un régimen especial de protección para el maíz nativo.

La real aplicación de la Ley Nacional de Desarrollo Sustentable y el papel decidido de los gobiernos municipales y estatales para una planificación participativa sobre sus derechos alimentarios.

Declarar cada municipio de Chiapas como “Zona Libre de Transgénicos”, en aplicación del artículo 90 de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados.

Demandar como pueblo de México en tribunales internacionales a los responsables de la contaminación transgénica, las autoridades federales que expidieron los permisos y la empresa Monsanto y todas aquellas que hayan realizado siembras de maíz transgénico experimentales y piloto en el territorio mexicano.

¡Fuera el maíz transgénico de México!

Por el reconocimiento de la agricultura familiar campesina

¡Queremos un México libre de Monsanto!

Las hierbas de la Milpa en la gastronomía de Chiapas








Slow Food


La milpa es un agroecosistema tradicional originario de México y Centroamérica caracterizado por el policultivo. Las semillas de maíz, frijol y calabaza que el campesino siembra cada año están rodeadas de hierbas que se dejan crecer y se cortan en varias ocasiones durante el proceso de crecimiento del maíz y el frijol. En la milpa de Los Altos de Chiapas se han identificado 22 hierbas, quelites, frutas que complementan la dieta campesina.

Entre las hierbas más conocidas que los campesinos mesoamericanos han domesticado desde hace miles de años, en Los Altos de Chiapas se cosechan muchas variedades de maíz, frijol, calabaza, chile, jitomate, tomate, aguacate, epazote, sandía, chia, verdolagas, nopal, chipilín, mumo, papa, yuyo, berro, jícama, chía, limón, lima, chayote, naranja, cacao, canela, achiote, bledo y distintos tipos de hongos, quelites y otras hierbas.

Con las hierbas de la milpa y los granos básicos, maíz y frijol, se preparan infinidad de platillos, entre los que destacan muchas maneras de aprovechar el maíz hecho masa, principalmente tortillas, tamales, tostadas, gorditas, quesadillas, tacos.

Algunas bebidas que se preparan a partir de los derivados de la milpa son atole dulce, atole agrio, agua de tascalate (a partir de cacao), y de las hierbas de la milpa se puede preparar té limón (una hierba silvestre, distinta a la  fruta del árbol de limón), y otras infusiones entre ellas hierbabuena y manzanilla.

Los hongos que se pueden aprovechar de la milpa son conocidos en Chiapas como setas, aunque también es posible encontrar hongos parecidos a los champignones, conocidos como jonguillos. El huitlacoche es  un hongo negro que ataca el maíz y lo pudre, los campesinos lo dejan crecer y se corta de la mazorca, se asa y se preparan quesadillas.

De la milpa se obtienen infinidad de hierbas que caracterizan la gastronomía campesina de Chiapas.
La milpa tradicional se siembra en los territorios de los pueblos originarios de Chiapas: tseltal, tsotsil, chol, tojolabal, lacandón, mam, zoque, y algunos pueblos donde se ha perdido la lengua materna mantienen viva la tradición agrícola y culinaria de sembrar maíz en este agroecosistema de policultivo, dejar crecer las hierbas y aprovechar diferentes derivados de la parcela.

La milpa como agroecosistema de policultivo es la principal estrategia productiva, agrícola y alimentaria de aproximadamente 300,000 familias de diferentes regiones de Chiapas.

Las principales amenazas para la reproducción de la milpa como sistema de policultivo, son las políticas públicas que orientan la agricultura con sistemas de monocultivo para mercados exclusivos de maíz, y con base en el uso de herbicidas y otros agroquímicos.

La comida chatarra (fast food) amenaza constantemente con desplazar la comida derivada del sistema milpa, pues en las comunidades de Chiapas se consumen bebidas refrescantes, sopas instantáneas, dulces y frituras procesados. La comida procesada no tiene regulaciones prohibitivas ni preventivas de enfermedades que están surgiendo en el campo chiapaneco como una auténtica epidemia: obesidad, diabetes, caries dentales, desnutrición.

La mayoría de los derivados de la milpa son para autoconsumo, y si acaso entra en los mercados no pasa por registro alguno.

La capacidad productiva varía en cada familia según la disponibilidad de tierra. La mayoría de los campesinos tradicionales tienen espacios reducidos destinados a la milpa, de una hectárea o menos, obteniendo cosecha de granos, hierbas, frutos y flores durante todo el año, por lo que si acaso llegan a tener excedentes son mínimos, algunos campesinos reportan vender maíz por costal, en una sola ocasión del año.

Desde una interpretación económica, la milpa no es productiva, pues sus derivados no se comercializan. Sin embargo, para los campesinos milperos, este agroecosistema es muy rentable, base del sustento alimentario de la familia durante 8, 10 ó 12 meses del año, según el caso.

Colectivo Mujeres y Maíz
Unión de milperos tradicionales Sueños de las mujeres y hombres de maíz AC.
Red Maíz Criollo Chiapas.
La Casa del Pan

Mayo 2013