Maíz nativo y agricultura orgánica en Chiapas: síntesis de un proceso de transición (2 de 3)
Por Emanuel Gómez MartínezLa estrategia de defensa de las semillas nativas
La base de esta estrategia es el
mejoramiento campesino de los recursos genéticos del sistema milpa, con una técnica
conocida como fitomejoramiento participativo de maíz y frijol, que se basa en
parcelas demostrativas en las que los campesinos experimentan con sus propias
semillas, y al momento de repartir la cosecha ven multiplicadas la diversidad
agro biológica y los conocimientos de agricultura tradicional mejorada con
prácticas de manejo orgánico.
La primera parcela demostrativa
de fitomejoramiento participativo llevada a cabo en Los Altos de Chiapas ocurrió
en 2003, con el apoyo de investigadores del Instituto Nacional de Ciencias
Agrícolas de Cuba (INCA), quienes observaron que los campesinos contaban con un
mayor número de variedades color blanco y amarillo, y al momento de colectar
las semillas los campesinos demuestran mayor interés por las variedades color
morado, rojo y naranja, así como las variedades de mayor tamaño y granos
grandes y duros.
Estas ferias campesinas de
intercambio de semillas son la base de la defensa de la agricultura familiar, y
cualquier estrategia para mejorar la producción de autoconsumo debe incluir este
tipo de encuentros. Las parcelas demostrativas de milpas mejoradas con técnicas
campesinas, con prácticas de agricultura orgánica y con diversidad de semillas
nativas, son un excelente espacio para la capacitación e información de las
políticas públicas en la materia.
A partir de 2009, la Comisión
Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), coordina el Programa de Conservación
in situ del Maíz Criollo (PROMAC) que
se basa en un reconocimiento a los productores de maíz criollo, materializado en
un pago directo a los productores por seguir sembrando semillas nativas, así como
el apoyo a proyectos productivos y actividades de fortalecimiento comunitario
para la promoción y el fomento de la agro biodiversidad.
Si bien los objetivos del PROMAC
son muy pertinentes, la limitación más importante es que se restringe a las
Áreas Naturales Protegidas (ANP), donde se ubica una mínima parte de los
productores de maíz criollo del país. Aun así, es importante apoyar este
programa y difundir sus resultados para valorar la producción de maíz criollo y
gestionar el reconocimiento de todo México como centro de origen y
diversificación del maíz nativo, así como por el reconocimiento de zonas libres
de transgénicos.
Paralelo a este proceso, en
noviembre de 2012 se tuvo la oportunidad de participar en la Tercera Reunión del
Comité interinstitucional para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural de
México, que avaló en lo general la solicitud presentada por 7 municipios de
Chiapas (Ocosingo, Oxchuc, Tenejapa, San Lucas, Zinacantán, Larráinzar y
Chenalhó), organizaciones y académicos para incluir el Sistema Milpa de
Chiapas, junto con más de 900 expresiones culturales que integrarán la Lista
del Patrimonio Cultural Inmaterial de México, entre ellas, la producción de maíz
criollo en Campeche y decenas de expresiones gastronómicas, festivas y rituales
que tienen al maíz criollo y la milpa como eje rector. Está pendiente difundir
ampliamente los argumentos que llevan a postular la importancia de reconocer el
maíz, la milpa, la agricultura campesina y la comida mexicana, como patrimonio
cultural, y gestionar por un reconocimiento de parte de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Al 2013, el gobierno federal ha
diseñado una Cruzada Nacional contra el Hambre. Indudablemente esta Cruzada es
una respuesta institucional al movimiento nacional que desde hace más de 20
años ha luchado por el reconocimiento
del derecho a la alimentación en la Constitución Federal, lo que se logró en
2011. En el poder legislativo está abierto aún el proceso de diseñar una Ley
reglamentaria del derecho constitucional a la alimentación. Sería importante
que dicha ley reglamentaria fuera
resultado de un proceso de diálogo nacional, e incluir reformas a una veintena
de leyes secundarias vinculadas, entre ellas las leyes de producción de
semillas, de agricultura orgánica, desarrollo rural, organismos genéticamente
modificados, etc, con el mismo horizonte: la soberanía alimentaria con base en
las semillas nativas y la agricultura orgánica, libre de transgénicos y en
proceso de abandono de agroquímicos
Es importante que la estrategia
productiva de la Cruzada Nacional contra el Hambre se base en la agricultura
familiar campesina con el apoyo de los centros de investigación en la materia,
en particular el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, Forestales y
Pecuarias (INIFAP), institución que ha encabezado los estudios para la
conservación y reproducción in situ
del maíz nativo.
Las necesidades de capacitación para la transición a la soberanía
alimentaria con base en las semillas nativas y la agricultura orgánica se pueden
resumir en los siguientes procesos:
- Fitomejoramiento participativo de maíz y frijol (selección por raza, almacenamiento, resiembra), retomando la metodología del INCA de Cuba.
- Producción de abonos orgánicos, foliares, líquidos, lombricomposta, etc.
- Agroforestería: Sistema MIAF (Milpa Intercalada con Árboles Frutales).
- Derechos indígenas y derechos de las mujeres.
Al mismo tiempo que se lleva a
cabo un programa de capacitación, es necesario un programa de inversión
productiva en insumos orgánicos, equipo para la siembra y almacenamiento,
instalaciones de producción de abonos orgánicos, bodegas comunitarias para
acopio de maíz criollo.
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