PRODUCCIÓN DE MAÍZ COMERCIAL EN TRANSICIÓN A ORGÁNICO
Parcela demostrativa del sistema de transición orgánico.
Inversión:
Capacitación,
fertilizantes químicos, abonos orgánicos, micorrizas.
Lugar:
Parcelas de los productores comerciales de maíz criollo. Posible
seguir el ejemplo de Guerrero, estado que decretó destinar al menos
2 parcelas por municipio para iniciar la transición.
Metodología:
Entrevista al productor
para evaluar las prácticas de fertilización y uso de agroquímicos
en las parcelas que iniciarán el proceso de transición.
La
técnica se conoce como "50 y 50", y consiste en la
combinación de fertilizantes químicos en un 50% de la cantidad
acostumbrada y un 50% de abonos orgánicos, con lo que se evita la
pérdida de rendimientos. El segundo año se reduce la dosis de
fertilizantes químicos a un 25% y se aplican abonos orgánicos en un
75%. El tercer año ya no se aplicas fertilizantes químicos y se
aplica un 100% de abonos orgánicos y se puede certificar la
producción de la parcela como "orgánica".
A
partir del cuarto año se reduce el uso de abonos orgánicos en un
50%, pues la característica de estos abonos es que dinamizan la
biodiversidad del suelo con insectos y lombrices, por lo que desde el
quinto año la parcela sólo requiere un 25% de abonos orgánicos
rompiendo la dependencia tecnológica de los productores y logrando
la trasnsición orgánica sin perder los rendimientos.
Por
ejemplo, los productores de maíz comercial de Chiapas organizados en
la Asociación de Productores Agremiados de Chiapas (APACH),
solicitan a la Financiera Rural un crédito cercano a los $5,000 por
productor al año, sólo para adquirir fertilizantes químicos y
aplicarlos en cada proceso productivo, como se ilustra en la Tabla 1.
Para
comprender mejor la propuesta técnica, redondearemos la dosis de
fertilizantes químicos aplicada en 1,000 kilos por hectárea, es
decir, una tonelada.
Para
reemplazar los fertilizantes químicos por abonos orgánicos, se
requiere aplicar el doble de abonos orgánicos, esto es, para obtener
los mismos rendimientos, si se aplican 1,000 kg de fertilizantes
químicos por hectárea, tendrían que aplicarse 2,000 kgs de abonos
orgánicos. La diferencia más importante no está en la cantidad de
fertilizantes (químicos u orgánicos), sino en que los fertilizantes
químicos requieren duplicar la dosis al siguiente año y, en sentido
inverso, los abonos orgánicos pueden reducirse a la mitad al
siguiente año pues tienen la virtud de dinamizar la biología del
suelo.
De
tal modo que la transición de fertilizantes químicos a orgánicos
tendría que darse en tres años, con una dosis como la siguiente.
Evidentemente,
este proceso tiene que ir acompañado de un proceso de capacitación
y subsidio de los fertilizantes químicos y orgánicos requeridos
durante al menos tres años. Si la capacitación incluye la
producción propia de abonos orgánicos, es muy probable que al
terminar el acompañamiento los productores elaboren su propio abono
y rompan por completo con la dependencia del exterior, lo que permite
valorar la producción como auto sustentable. También es posible que
los productores mayores involucren a sus hijos y les encomienden la
tarea de producir los abonos, con lo que se generaría empleo
permanente en el mismo sistema agrícola, y con dos generaciones de
campesinos.
Resultados
esperados: Transición a la
producción orgánica en el sistema milpa, ruptura con la dependencia
de insumos externos, generación de empleos permanentes, recuperación
de la fertilidad natural de los suelos y de la microbiodiversidad de
este ecosistema.
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